¿Cómo formamos pequeños lectores? ~ Palabralab

lunes, 10 de junio de 2019

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¿Cómo formamos pequeños lectores?

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El gusto por la lectura puede llegar en cualquier momento, y ¡qué maravilloso es poder olvidarse del día a día cuando nos metemos en el mundo de los libros!; sin embargo, es indudable que la infancia es el mejor momento para cautivar a un lector, porque los niños, lectores inocentes que aún desconocen los límites de la realidad, son capaces de imaginar lo que nosotros cuestionamos. Pero ¿cómo hacemos para fomentar la lectura en ellos en un mundo en el que lo audiovisual impera?

Para comenzar debo decir que el primer contacto de los niños con los libros somos los adultos, y debemos empezar a leer con ellos lo antes posible, de tal manera que, el hábito de la narración de cuentos, retahílas y poemas debe comenzar antes de que ellos sean capaces de leer alfabéticamente. Ese momento, además, tiene que ser como un juego: ¿se imaginan que la voz del lobo y la de la abuelita suenen iguales? ¡Imposible! Nuestra narración debe intrigarlos y, tan pronto puedan leer, esas voces que salen de los libros correrán a su encuentro. El primer consejo, entonces, es darle al libro la oportunidad de que sea un juguete, pues la mayor ocupación de un niño debe ser el juego.

Otro punto importante que debemos conocer son los gustos de los niños para ayudarlos a escoger sus lecturas, aunque es mejor si las escogen ellos. Esa es una forma de decirles que respetamos sus gustos; solo es importante recordar que no debemos dejarlos solos. Aprovechemos para preguntarles su opinión acerca de situaciones, personajes y acciones. Acompañemos la lectura con dibujos, escritura o con alguna manualidad en función al libro que leyeron, lo que fortalecerá su comprensión lectora creativa.

De todas formas, les dejo una guía rápida (por edades) de temas a los que los niños reaccionarán mejor:

v De 0 a 3 años: canciones de cuna, arrullos, juegos verbales, ilustraciones a página entera y sin texto; rimas y figuras con movimiento.
v De 3 a 5 años: cuentos de animales, humorísticos, de secuencias breves, de una sola trama lineal, que no tengan más de dos personajes principales, letra grande y poco texto.
v De 5 a 7 años: cuentos de hadas, de fantasía y suspenso. Juegos de magia o experimentos sencillos, y tramas cortas con no más de cuatro personajes principales.
v De 7 a 9 años: cuentos de misterio y suspenso, de aventuras con riesgo, de animales peligrosos y viajes intergalácticos. Menos ilustración y más texto.
v De 9 a 12 años: cuentos de terror y horror, aventuras, historias reales, divertidas e increíbles. Tramas paralelas y con más de cuatro personajes centrales.
v De 12 en adelante: libros de poesía y pensamientos, de historias heroicas, románticas y biográficas, policiacas y testimoniales, de conflictos juveniles y familiares, de orientación y consejos.[1]

En realidad, no es tan difícil lograr que los chicos asocien la lectura con una experiencia positiva, es cuestión de creatividad, de hacer de la lectura una experiencia ágil, con la que los niños puedan reír y disfrutar. Y el último consejo, quizás el más importante y difícil de lograr es que los adultos también tenemos que disfrutar con la lectura: un niño que ve a sus padres leyendo, es un niño que, por imitación, leerá tan pronto pueda.



[1] “Si no leo, me a-burro” por Eduardo Robles.

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