Patricia Esteban Erlés: “La micronarrativa es como un caramelo envenenado, de rápido consumo y lenta digestión” ~ Palabralab

lunes, 9 de noviembre de 2015

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Patricia Esteban Erlés: “La micronarrativa es como un caramelo envenenado, de rápido consumo y lenta digestión”

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Foto fuente: Antonio Jurado

Por Angélica Lainez Rendón

Pocos juguetes de la infancia son tan anhelados e idealizados como una casa de muñecas. Con sus habitaciones minuciosamente ordenadas, su pulcritud exagerada, y sus paredes rosas y azul cielo, han sido desde siempre, un constante recordatorio de perfección: el hogar soñado, hábitat de gente fina y delicada, donde, por supuesto, nada malo podría acontecer. Sin embargo, la Casa de muñecas que presenta la escritora Patricia Esteban Erlés es diferente y atípica, pintando en negro y magenta su propio panorama, donde lo terrorífico e inquietante transita por cada una de sus habitaciones, y juegan con la imaginación del lector, que recibe el más puro horror en pequeñas cápsulas.

En Casa de muñecas, no solo se recorre un lugar, que ya no es tan sacro como aparentaba, sino que también se exploran los miedos más profundos de la infancia, la inocencia profanada, entre otras narrativas que se entretejen y se van develando en medio de un ambiente de tensión y horror creado por personajes perturbadores. A través de las diversas estancias de la casa, se distribuyen cien microrrelatos terroríficos, que construyen el cuarto libro de la también autora de Abierto para fantoches (2008), Manderley en venta (2008) y Azul Ruso (2010), proyecto que realizó en colaboración con la ilustradora Sara Morante. Durante su visita a Guayaquil, como invitada a la IV edición del Festival de Micronarrativa Ciudad Mínima, la autora de española conversó sobre las posibilidades del género, los elementos que construyeron su Casa de muñecas, y su participación en esta iniciativa cultural.

¿Qué es lo que más le apasiona del género?
Me gusta muchísimo la capacidad que tienen las palabras para contar mucho en muy poquito espacio. Es apasionante leer una buena novela, pero me fascina la forma en que literatura puede aprisionar las palabras, todas las que necesitas, y contarte lo mismo. Es un reto del escritor con el propio escritor y una lucha contra el tiempo, y contra el espacio que es lo que falta cuando estás escribiendo microrrelatos.

Una de las peculiaridades de la micronarrativa es la exigencia de un lector activo, presto a hacer uso de su imaginación para completar los relatos, ¿considera que el género de horror le brinda más posibilidades al lector con respecto a esta característica?
Yo creo que el horror es algo que nos apasiona sentir, ¿no? Leer historias de miedo, ver películas de terror provoca una sensación de control, es decir, sientes miedo pero a la vez sabes que lo puedes controlar. Creo que eso lo tenemos todos los seres humanos desde que somos niños, esa sensación de querer pasar miedo en pequeñas dosis, y el género se presta muy bien. Este también utiliza la intertextualidad, que permite al lector conectar enseguida con el escritor mencionando criaturas: monstruos, personajes, y motivos del terror. Hay un montón de elementos que los puedes integrar y el lector ya sabe a qué te estás refiriendo.

¿Cuáles son los elementos imprescindibles que convierten un texto en un microrrelato?
David Roas defiende con tesis clara que un microrrelato es un relato reducido. Si nos atenemos a esto, significaría que este debe tener los mismos elementos que un relato de una extensión mayor. Considero que los microcuentos deben tener los mismos elementos que un relato convencional, solo que mucho más difícil de desencriptar y también, mucho más esquematizado.

 “Lo malo no está en el monstruo, sino en los ojos que miran al monstruo”
Según comenta, la autora de Casa de muñecas, esta se inició a construir cuando ella decidió empeñarse en redactar todos los días un microrrelato. “Escogía una fotografía de moda, y me imaginaba como era la vida de la mujer que estaba allí. Entonces colgaba los microcuentos en Facebook y allí había una recepción inmediata, la gente comentaba, y aquello me servía para engrandecer o para terminar de rodear la historia con aquellos rasgos que me daban”. Sobre la construcción de los personajes presentes en el libro, Patricia se considera una buena recopiladora, porque muchos de ellos han sido fruto de historias contadas por mujeres, que reflejan episodios de la infancia, y que la autora ha revestido de literatura.

En Casa de Muñecas se vive este clima de permanente de horror y misterio, ¿es esta también su visión de la realidad?
Para mí, la realidad es un lugar donde se pasa mucho miedo. Me dan pavor las cosas que pasan en la vida real y muchas de las cosas que provocamos los seres humanos. Entonces, me parece que la realidad es el lugar perfecto para ambientarse y documentarse de lo terrorífico.

En el libro, se ponen en evidencia diversos roles de mujeres, y de hecho, estos adquieren preponderancia a lo largo del libro, ¿cuál es la relación entre estas mujeres de ficción y las mujeres actuales de la realidad?
Creo que ese es el ropaje que tiene el libro, hay una estética y un lenguaje que es reconocible: el de los escenarios y los elementos macabros, pero sobre todo es un libro en el que se habla de la mujer reducida al espacio doméstico, que es el espacio que le ha correspondido durante muchísimo tiempo y que, en buena medida, le sigue correspondiendo. Una especie de prisión que puede ser más o menos dorada, pero que al fin y al cabo es prisión, mucho más que en el caso del hombre.

Una de las características de Casa de Muñecas es la presencia de estas grandes dicotomías en los relatos: hay historias terroríficas que conmueven, hay amor, pero también hay odio y muerte. ¿Cómo es posible manejarlas y matizarlas dentro de una obra?
Bueno, el componente de miedo lo suelen causar los monstruos. A mí me parece que aquel es el ser más infinitamente tierno del mundo, porque este no sabe que es un monstruo hasta que no lo mira alguien, entonces lo malo no está necesariamente en él, sino en los ojos que lo miran, y son los monstruos los que más me gustan. Entonces, yo creo que es muy fácil hacer ternura con los monstruos, mucho más que la repulsión, y también está la piedad.

En Maderley en venta, así como en Abierto para fantoches también se hacen presentes las muñecas. ¿Qué simbolizan ellas para usted? ¿Existe una relación oculta entre estas obras?
Creo que soy una persona muy obsesiva y las cosas que me han gustado, desde pequeña, no ha cambiado un ápice. Mi relación con las muñecas siempre ha sido una relación de miedo y de fascinación: de miedo, porque me recuerdan la inmovilidad eterna que es la muerte, la muñeca es un doble del ser humano; y de fascinación, porque me parecen perfectas. La muñeca te recuerda a esa que nunca vas a ser. En todos los libros que escribo y escribiré, aparecerán muñecas. Creo que es una constante, porque siempre me resulta muy expresiva, y también me recuerda mucho al papel de la mujer en la sociedad. La mujer aprende de las muñecas la que debe de ser.

‘No concibo la literatura sin imágenes’
Acerca de la colaboración con la ilustradora Sara Morante, “Facebook tuvo la culpa”, declara. Todo surgió a partir de un microcuento que Patricia escribió y subió en su muro, este relato fascinaría a Sara y la llevaría a ilustrarlo. Tiempo después, la autora se aventuraría a pedirle que realizara la ilustración para la portada del libro, pero luego acordarían graficar varios de los relatos, realizando un trabajo en conjunto.

Casa de Muñecas presenta tiene una mezcla de estilos victoriano, gótico, incluso punk. ¿Por qué razón deciden realizar esta fusión?
Porque a mí lo victoriano me parece una estética apasionante, está muy relacionada con la muerte, con la oscuridad, pero al mismo tiempo es muy estilizada. También están todos esos prejuicios relacionados con la carne y lo erótico. Y luego, lo gótico es algo que me interesa muchísimo, sobre todo en los lugares y ambientes. Las casas me parecen escenarios de terror muy rentables, porque tienes todos los elementos: tienes el cuchillo para cortar carne, la nevera para hacer vudú con la desconocida de turno, tienes la ventana para tirarte por ella. Tienes muchas cosas que pueden usarse en contra de la integridad física. Y lo punk, por lo desafiante e irreverente, trato de desdramatizar, pero sin dejar de combatir, me gusta mucho la protesta que es fotogénica e inteligente.

Tengo entendido que entre sus aficiones se encuentra el cine, de hecho, en Casa de Muñecas se percibe un lenguaje cinematográfico a través de algunas referencias. ¿Cuáles son las posibilidades que otorgan esta interdisciplinariedad y cómo enriquece a la obra?
Yo creo que tenía que ser muy explicable la relación que hay entre el cine y la literatura, o lo rentable que es el cine para la literatura. El cine, sobre todo, nos suministra imágenes, y yo trabajo mucho a partir de lo que percibo por los ojos. Lo que percibo por los ojos me cuenta muy a menudo muchas más cosas que las que los olores, los sabores, y las palabras. Entonces, el cine, a mí me ha servido como un banco de imágenes y de inspiración permanente. No concibo la literatura sin imágenes, y el cine te las da.

Para Patricia Esteban Erlés, la invitación que le realizó Ciudad Mínima para formar parte del festival, le resultó formidable. Se confiesa feliz de haber sido parte de esta fiesta de las letras, y muy entusiasmada por el impulso que se le está dando a la lectura y escritura entre los chicos y los jóvenes. Considera, que el principal aporte de la micronarrativa se encuentra en la sensación de velocidad que esta le brinda al lector, sin restarle profundidad al texto. Patricia concluye con una exquisita analogía, que es en definitiva certera: “el microrrelato es como un caramelo envenenado, el público lo consume muy rápido, pero sin darse cuenta de que la digestión es muy lenta”.


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